El Conservador de Arte carece de protagonismo, trabaja siempre de manera anónima limitando su quehacer a la pejor proyecci´ón de la obra de arte, aplicando los elementos necesarios que permitan comprenderla, actuando siempre detrás de "la mano del autor", sin hacer notar su intervención para no crear distorciones ni falsas interpretaciones del mensaje original. Algo antinatural me parece, que la meta principal sea que el trabajo pase desapercbido, a pesar de las interminables horas de labor bajo la enorme carga de presión que implica evitar alterarla, o dañarla! Y sin embargo, el mejor cumpldo que me pueden hacer al recoger la obra terminada es preguntar; ¿Qué hiciste? ¡Se ve perfecta!
.....Retribución instantánea.... Felicidad completa.... Relajación perfecta... no necesito el Yoga ni la meditación. Siempre he pensado que para mí la ampliación de la conciencia del Zen se encuentra en la punta de mi pincel...